AUTOCONOCIMIENTO.
INTEGRANTES:
EDGAR GUZMAN DIAZ
JOSE ORLANDO GALICIA
JUAN JOSE FLORES
AMERICA GOMEZ
YASMIN RIOS
Qué
es Autoconocimiento:
Como
autoconocimiento designamos al conocimiento que tenemos de nosotros mismos, es
decir, al conjunto de cosas que sabemos acerca de quiénes somos. Asimismo, es
el proceso en el que todo niño, a cierta edad, empieza a descubrir su propio
cuerpo.
La
palabra, como tal, se compone del prefijo auto-, que significa ‘propio’ o ‘por
uno mismo’, y el sustantivo conocimiento, que es la capacidad de comprender por
medio de la razón.
Autoconocimiento
es un concepto muy usado en la psicología y en el ámbito de desarrollo personal
en referencia a la capacidad de introspección que tiene una persona para
reconocerse como un individuo y para diferenciarse de los demás. En este
sentido, el autoconocimiento ayuda a la construcción de una identidad personal.
Vea
también Identidad personal.
El
autoconocimiento es un proceso reflexivo en el cual una persona adquiere noción
de su yo, de lo que lo caracteriza, de sus cualidades y defectos, de sus
limitaciones, necesidades, aficiones y temores.
El
autoconocimiento, como tal, tiene varias fases:
Autopercepción:
es la capacidad de percibirnos a nosotros mismos como individuos con un
conjunto de cualidades y características diferenciadoras.
Autoobservación:
implica el reconocimiento de nosotros mismos; de nuestras conductas, nuestras
actitudes y las circunstancias que nos rodean.
Memoria
autobiográfica: es la construcción de nuestra propia historia personal.
Autoestima:
se refiere a la valoración que cada quien siente hacia sí mismo.
Autoaceptación:
supone la capacidad del propio individuo de aceptarse tal cual es.
Atravesar
todo el proceso de autoconocimiento, nos permite comprender y reconocer quiénes
somos, lo cual es el inicio para aprender a valorarnos y querernos como
personas.
El
autoconocimiento es la base de nuestra autoestima, que a su vez es fundamental
en nuestra relación con nosotros mismos y con las demás personas.
A
este respecto, un antiguo aforismo griego dictaba “conócete a ti mismo”, pues
consideraba que esta era la base para acceder a la sabiduría.
Vea
también Conócete a ti mismo.

Esta
es la primera aptitud de la Inteligencia Emocional (IE). Parte de que, si usted
no logra conocerse bien a sí mismo, a estar consciente de cuáles son sus
fortalezas y debilidades, aprende a identificar sus estados de ánimo y las
consecuencias que estos pueden tener en su comportamiento, difícilmente podrá
controlar sus reacciones y utilizarlas productivamente.
Tampoco podrá
comprender bien el comportamiento de los que le rodean, identificar sus
sentimientos y emociones, ni podrá actuar con efectividad en sus relaciones
interpersonales todo lo cual resulta esencial en el trabajo de dirección.
También
se utiliza la expresión auto-evaluación porque, muchas de las aptitudes que
deben auto-conocerse, requieren la utilización de instrumentos en los que
debemos evaluar cómo estamos.
Escuchando
nuestras emociones
Nuestras
emociones pueden proporcionarnos información valiosa sobre nosotros mismos,
sobre otras personas y sobre determinadas situaciones. Haber descargado nuestro
mal humor sobre un compañero de trabajo, puede indicarnos que nos sentimos
abrumados por un exceso de trabajo. Sentir ansiedad ante una próxima exposición
puede ser una señal de que necesitamos preparar mejor nuestros datos.
La
frustración ante un cliente puede indicarnos que no estamos transmitiendo bien
nuestro mensaje, que no es el momento más oportuno, o que no seleccionamos bien
el prospecto.
Si
escuchamos la información que nos proporcionan las emociones, podemos modificar
nuestras conductas y pensamientos con el fin de transformar las situaciones.
Por ejemplo, en el caso de un arranque de cólera, pudiéramos ver la importancia
de tomar medidas para reducir nuestra carga de trabajo, organizar mejor la
misma o regular su proceso.
Las
emociones desempeñan un papel importante en el ámbito laboral. De la ira al
entusiasmo, de la frustración a la satisfacción, cada día nos enfrentamos a
emociones propias y ajenas- en el trabajo. La clave está en utilizar las
emociones en forma inteligente, que es lo que se quiere expresar con la inteligencia
emocional: hacer deliberadamente que nuestras emociones trabajen en beneficio
propio, de modo que nos ayuden a controlar nuestra conducta y nuestros
pensamientos para obtener mejores resultados.
La inteligencia emocional se
puede alimentar, desarrollar y aumentar, no se trata, pues, de una cualidad que
se tiene, o no se tiene.
Goleman
define esta aptitud personal de la siguiente forma:
Conocer los propios
estados internos, preferencias, recursos e intuiciones. Incluye en la misma lo
siguiente:
Conciencia
emocional. Reconocer las propias emociones y sus efectos.
Auto-evaluación
precisa. Conocer las fuerzas y debilidades propias.
Confianza
en uno mismo Certeza sobre los valores y facultades que uno tiene.
Plantea
que las personas dotadas de esta aptitud:
Saben
qué emociones experimentan y por qué.
Perciben
los vínculos entre sus sentimientos y lo que piensan, hacen y dicen.
Reconocen
qué efecto tienen esas sensaciones sobre su desempeño.
Conocen
sus valores y metas y se guían por ellos.
Sobre
la auto-evaluación precisa plantea que las personas dotadas de esta aptitud:
Conocen
sus puntos fuertes y debilidades.
Son
reflexivas y aprenden de la experiencia.
Están
abiertas a la crítica sincera y bien intencionada, a las nuevas perspectivas,
al aprendizaje constante y al desarrollo de sí mismas.
Son
capaces de mostrar sentido del humor y perspectiva con respecto a sí mismas.
Esa
conciencia del efecto de nuestras emociones sobre lo que hacemos es una aptitud
emocional fundamental. Si nos falta, somos vulnerables, a emociones desbocadas
que pueden desviarnos.
Esa conciencia es nuestra guía para afinar todo tipo de
desempeño laboral, manejando nuestros sentimientos rebeldes, manteniéndonos
motivados, captando debidamente los sentimientos de quienes nos rodean y
desarrollando habilidades sociales relacionadas con el trabajo, incluidas las
que resultan esenciales en el liderazgo y en el trabajo en equipo, destaca.
Nuestras
sensaciones nos acompañan siempre, pero rara vez les prestamos atención. Lo
típico es que cobremos conciencia de ellas sólo cuando se desbordan. Pero, si
prestamos atención, las experimentamos en planos más sutiles, mucho antes de
que surjan con tanta fuerza.
Las personas que no reconocen sus sentimientos se
encuentran en tremenda desventaja. En cierto sentido son analfabetos
emocionales ajenos a un reino de realidad, que es crucial para triunfar en la
vida como un todo, por no hablar del trabajo. El auto-conocimiento ofrece un
timón seguro para mantener nuestras decisiones laborales en armonía con
nuestros valores más profundos, comenta Goleman.
Comentarios
Publicar un comentario